Texto: Efesios 6: 17 Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu,
que es la palabra de Dios.
Introducción: en medio de los
cristianos son muchos los que piensan que la salvación es algo que depende de
su comportamiento delante de Dios, obviando así totalmente la obra redentora
del Señor con la cual obtenemos salvación y vida eterna, no de forma temporal
sino como algo permanente y eterno. Si bien es cierto cuando pecamos perdemos nuestra comunión con Dios pero no la salvación ya que la primera está ligada con nuestras obras, pensamientos y omisiones; pero la segunda (salvación) depende solo del Señor no de nosotros pues una vez recibido a Cristo recibimos la salvación, recibimos el sello del Espíritu Santo y este no puede ser quitado, claro siempre y cuando lo hayamos hecho de forma sincera.
Otro asunto muy importante como
creyentes es que hablamos de la palabra de Dios como la espada pero realmente
la mayoría de los creyentes no conoce el uso que tiene esta espada o no hace
uso de ella al modo del Señor.
Proposición:
1. El
uso del yelmo
El yelmo o
casco, que en el plano espiritual representa la salvación, sirve para proteger
la cabeza.
En el plano
espiritual el no estar seguros de que somos salvos representa el estar en dudas
lo cual para el Señor es muestra de falta de fe o de no creer en lo que Él
señala en su palabra, representa el no tener un rumbo fijo al cual dirigirnos,
y es que cuando no estamos seguros de nuestra salvación se pasa a una vida de
inseguridad en lugar de una vida de confianza, a una vida de enfoque en que no
hacer en lugar de una vida enfocada en hacer cosas para el Señor que le sean
agradables, pasamos a una vida de miedo a la muerte y a la condenación, en
lugar de una vida de victoria confiando en que ya Cristo nos ha librado de la
muerte y condenación eterna y nos ha ido a preparar lugar junto a Él por la
eternidad.
Y es propicio el modo en que la Biblia compara
la salvación con la protección de nuestra cabeza ya que una cabeza desprotegida
es susceptible a recibir golpes en medio de la batalla que dejarían al soldado
fuera de combate y a merced de lo que el enemigo quiera hacerle, lo dejaría
probablemente fuera de los sentidos o incluso muerto. Pero el Señor nos enseña aquí que una vida
confiando en que Dios ya pagó el precio de nuestra salvación, y que esto es por
gracia y que ninguna obra que hagamos nos hará merecedores de ella sino que es
porqué Cristo ya pago ese precio y por medio de su sangre tenemos la
oportunidad de ser salvos y pasar la eternidad junto a Él, que podemos entonces
vivir en confianza, en victoria y en plenitud de gozo lo cual nos permite estar
a salvo de artimañas del enemigo como lo son los ataques de este a nuestro
intelecto con desconfianza, pereza, baja autoestima, etc.
2. El
uso de la espada
En medio de las
batallas por ejemplo en la edad media, tiempo de cruzadas, etc la espada era el
arma predilecta utilizada para atacar al enemigo debido a que era un arma que
para quienes sabían utilizarla les permitía con una sola mano poder hacer
ataques fuertes y a gran velocidad con lo que muchas veces podían tomar
desprevenidos a sus enemigos.
Ahora bien en el
plano espiritual cambia un poco su uso y es que la espada del Espíritu que es
la palabra de Dios no es para atacar al enemigo sino más bien representa ella
misma nuestra fortaleza y autoridad, y
con la cual logramos al hacer uso de ella dejarle un claro señalamiento al
enemigo de dónde hemos decidido estar, de en qué hemos decidido creer y de
también recordarle a él cuál es su destino, del cual nosotros no seremos su
compañía.
Por lo que si
usted observa notará que mas que un arma de ataque es un arma de fortaleza para
nosotros el cual nos permite mantenernos firmes aún en medio de los grandes
bombardeos que recibimos del mundo y del que anda en el mundo buscando a quién
devorar.
3. La
función del yelmo y de la espada como parte de esta armadura como un todo.
Si bien el yelmo
hace una función de protección y la espada hace una función de fortaleza y de
autoridad; ambas son parte integral de la armadura que Dios ha dejado para cada
creyente ya que el yelmo nos deja menos vulnerable, es decir nos hace estar en
posición de batalla pero sin descuidar las posibilidades de ataques sorpresivos
o de ataques dirigidos a nuestra cabeza, a nuestros pensamientos, a nuestros
sentimientos; y la espada también pasa a
ser junto al escudo las armas que son puestas al frente para defendernos de
todos los ataques evitando así ser destrozados por el enemigo.
Activa
el yelmo de la salvación, confía plenamente en que Dios si hizo la tierra tiene
un plan y ese plan te incluye a ti y a mi si hemos decidido aceptar su
sacrificio pagando el precio de nuestras faltas. Pero también activa la espada, estudia la
palabra, memoriza la palabra, comparte la palabra; solo así estarás listo para
usarla en tu defensa cuando sea necesario.
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