viernes, 17 de abril de 2015

El yelmo de la salvación y la espada del Espíritu


Texto: Efesios 6: 17 Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios.


Introducción: en medio de los cristianos son muchos los que piensan que la salvación es algo que depende de su comportamiento delante de Dios, obviando así totalmente la obra redentora del Señor con la cual obtenemos salvación y vida eterna, no de forma temporal sino como algo permanente y eterno. Si bien es cierto cuando pecamos perdemos nuestra comunión con Dios pero no la salvación ya que la primera está ligada con nuestras obras, pensamientos y omisiones; pero la segunda (salvación) depende solo del Señor no de nosotros pues una vez recibido a Cristo recibimos la salvación, recibimos el sello del Espíritu Santo y este no puede ser quitado, claro siempre y cuando lo hayamos hecho de forma sincera. 

Otro asunto muy importante como creyentes es que hablamos de la palabra de Dios como la espada pero realmente la mayoría de los creyentes no conoce el uso que tiene esta espada o no hace uso de ella al modo del Señor.  

Proposición:

1.       El uso del yelmo

El yelmo o casco, que en el plano espiritual representa la salvación, sirve para proteger la cabeza.

 

En el plano espiritual el no estar seguros de que somos salvos representa el estar en dudas lo cual para el Señor es muestra de falta de fe o de no creer en lo que Él señala en su palabra, representa el no tener un rumbo fijo al cual dirigirnos, y es que cuando no estamos seguros de nuestra salvación se pasa a una vida de inseguridad en lugar de una vida de confianza, a una vida de enfoque en que no hacer en lugar de una vida enfocada en hacer cosas para el Señor que le sean agradables, pasamos a una vida de miedo a la muerte y a la condenación, en lugar de una vida de victoria confiando en que ya Cristo nos ha librado de la muerte y condenación eterna y nos ha ido a preparar lugar junto a Él por la eternidad.

 

 Y es propicio el modo en que la Biblia compara la salvación con la protección de nuestra cabeza ya que una cabeza desprotegida es susceptible a recibir golpes en medio de la batalla que dejarían al soldado fuera de combate y a merced de lo que el enemigo quiera hacerle, lo dejaría probablemente fuera de los sentidos o incluso muerto.  Pero el Señor nos enseña aquí que una vida confiando en que Dios ya pagó el precio de nuestra salvación, y que esto es por gracia y que ninguna obra que hagamos nos hará merecedores de ella sino que es porqué Cristo ya pago ese precio y por medio de su sangre tenemos la oportunidad de ser salvos y pasar la eternidad junto a Él, que podemos entonces vivir en confianza, en victoria y en plenitud de gozo lo cual nos permite estar a salvo de artimañas del enemigo como lo son los ataques de este a nuestro intelecto con desconfianza, pereza, baja autoestima, etc.

 

2.       El uso de la espada

En medio de las batallas por ejemplo en la edad media, tiempo de cruzadas, etc la espada era el arma predilecta utilizada para atacar al enemigo debido a que era un arma que para quienes sabían utilizarla les permitía con una sola mano poder hacer ataques fuertes y a gran velocidad con lo que muchas veces podían tomar desprevenidos a sus enemigos.

 

Ahora bien en el plano espiritual cambia un poco su uso y es que la espada del Espíritu que es la palabra de Dios no es para atacar al enemigo sino más bien representa ella misma nuestra fortaleza  y autoridad, y con la cual logramos al hacer uso de ella dejarle un claro señalamiento al enemigo de dónde hemos decidido estar, de en qué hemos decidido creer y de también recordarle a él cuál es su destino, del cual nosotros no seremos su compañía.

 

Por lo que si usted observa notará que mas que un arma de ataque es un arma de fortaleza para nosotros el cual nos permite mantenernos firmes aún en medio de los grandes bombardeos que recibimos del mundo y del que anda en el mundo buscando a quién devorar.

 

3.       La función del yelmo y de la espada como parte de esta armadura como un todo.

Si bien el yelmo hace una función de protección y la espada hace una función de fortaleza y de autoridad; ambas son parte integral de la armadura que Dios ha dejado para cada creyente ya que el yelmo nos deja menos vulnerable, es decir nos hace estar en posición de batalla pero sin descuidar las posibilidades de ataques sorpresivos o de ataques dirigidos a nuestra cabeza, a nuestros pensamientos, a nuestros sentimientos;  y la espada también pasa a ser junto al escudo las armas que son puestas al frente para defendernos de todos los ataques evitando así ser destrozados por el enemigo.

 

Activa el yelmo de la salvación, confía plenamente en que Dios si hizo la tierra tiene un plan y ese plan te incluye a ti y a mi si hemos decidido aceptar su sacrificio pagando el precio de nuestras faltas.  Pero también activa la espada, estudia la palabra, memoriza la palabra, comparte la palabra; solo así estarás listo para usarla en tu defensa cuando sea necesario.

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