Hechos 2: 46-47
Y perseverando unánimes cada día en el templo, y partiendo el pan en las casas, comían juntos con alegría y sencilles de corazón, alabando a Dios, y teniendo favor con todo el pueblo. Y el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos.
En lo personal a cada uno de nosotros nos gustaría ver a nuestros amigos, familiares, en fin a nuestros seres queridos junto a nosotros en una congregación adorando a Dios. Este pasaje nos indica en la Iglesia Primitiva como se hacía y como la mano de Dios iba cada día aumentando el número de creyentes, analicemos fraccionadamente este pasaje:
- Perseverando unánimes, denota unión, un mismo fin, un mismo rumbo, un mismo sentir. Es decir todos llegaban con un mismo objetivo al templo, sintiendo una misma cosa y es esto lo que Dios desea de nosotros que cuando lleguemos al templo estemos enfocados en que venimos a alabarle, que venimos a aprender de Él y que todo lo que hagamos allí es para Él. Debemos de evitar a toda costa estar pensando en nuestros afanes, compromisos seculares, familiares, etc y enfocarnos en lo que hemos ido a hacer, exhaltar el nombre de Nuestro Dios.
- Cada día: si lo anexamos al fragmento anterior esto denota que era constante es decir no que hoy llegaban enfocados al templo y el siguiente culto no, sino que cada reunión ellos mantenían un mismo sentir, un mismo objetivo.
- en el templo: estos hermanos de la Iglesia Primitiva disfrutaban la comunión porque note lo que contínúa diciendo y partiendo el pan en las casas, es decir no solo estaban juntos al momento de adorar a Dios, de aprender de su palabra sino que además compartían el alimento.
- comian juntos con alegría y sencillez de corazón: el tiempo que pasaban juntos era un tiempo que traía a ellos felicidad, y no se veían acepciones de personas o nada parecido sino que era un tiempo que todos disfrutaban tanto el que tenía muchos bienes materiales como el que no, tanto el judío como el gentil (de otras nacionalidades que no son judías).
- Alabando a Dios: un factor determinante que hacía crecer a la Iglesia Primitiva era que ellos constantemente estaban alabando a Dios, y presten atención a esto, no solo se alaba a Dios con cánticos, sino que también lo alabamos con nuestro comportamiento, con nuestro hablar, con nuestros gestos, en realidad alabar a Dios conlleva una entrega total.
- Teniendo favor con todo el pueblo: estos hermanos además se hacían notar con su comunidad ayudando en lo que ellos podían.
- Y el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos: no somos nosotros quienes vamos a añadir personas a la iglesia sino es Dios mismo, ya que es Él a través de su Espíritu Santo quien convence de pecado y transforma vidas.
Nuestro deber debe estar primeramente enfocado en vivir como Dios desea, viviendo una vida que este en constante alabanza de su nombre y que cuando las personas nos vean digan he aquí un verdadero hijo de Dios, que sea una persona que motive a otros a seguir a Cristo con el simple hecho de ver la vida que lleva.
Todos queremos ver la Iglesia de Cristo crecer pero para ello debemos todos unidos realmente entregar nuestra alabanza a Él, vivir una vida de santidad, ayudar a nuestro prójimo (en nuestra comunidad y donde nos sea posible); y solo así veremos cumplida esta promesa de que El Señor añadirá cada día a los que han de ser salvos.
Gracias Señor Jesús por estos 4 años que nos permites cumplir en tu obra, cuatro años de Misión.